Como los humanos, a partir de una cierta edad, muchos gatos sufren de tensión arterial alta, con el agravante de que muchos de esos felinos hipertensos no están diagnosticados. Y las consecuencias pueden ser graves: daños en el sistema vascular, el corazón, el cerebro, los riñones y, sobre todo, los ojos.
De hecho, el 50% de los felinos domésticos con presión anormalmente elevada padecen lesiones oculares, que pueden desembocar en desprendimiento de retina y la pérdida parcial o total de la visión.
En un reciente artículo publicado en el Journal of Feline Medicine and Surgery, un grupo internacional de veterinarios advierte sobre la necesidad de hacer revisiones periódicas de la presión arterial a los gatos y ofrece una completa guía de actuación para especialistas.
El panel de expertos aconseja empezar a tomarles la tensión a partir de que cumplan tres años, y hacerlo rutinariamente al menos una vez cada año a partir de los siete. Cuando el gato tiene más de diez años, ya se considera que tiene una edad avanzada, y entonces es recomendable repetir esos controles bianualmente.
En esta guía consensuada también se detalla la mejor manera de usar el tensiómetro (que normalmente se coloca en una pata o la cola), de acuerdo a la edad o estado de salud de los ejemplares, y cómo evitar que se estresen durante estas mediciones.
En cuanto al tratamiento idóneo para combatir la hipertensión gatuna, los expertos han comprobado que las mejores respuestas se producen con el amlodipino, un vasodilatador clasificado como bloqueador de los canales de calcio que también se usa con personas.
Fuente:
Revista Muy Interesante
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